Abriremos los grilletes y empujaremos la cuesta, y al final no parecerá tan empinada. Todo lo que importa parecerá importante; todo lo que no, dejará de serlo. Encontraremos el difuminador y lograremos sombrear los dibujos que estaban cerrados en una habitación con forma de vientre y llena de aire viciado. Aprenderemos a llorar, aprenderemos a sufrir, aprenderemos a cantar canciones tristes, pero sabremos que la sombra que acompañaba a los balcones ya no nos aplasta, porque habremos adquirido el valor para cerrarlos. Y entonces llegará la calma, esa de la que hablan los libros, esa que nunca conocimos porque no quiso plantarse frente a nosotros, y sentiremos la confianza para tutearla sin inseguridad. Miraremos a los ojos, veremos los nuestros reflejados, y ya no habrá tristeza en ellos, porque al final habremos logrado llegar a buen puerto con el equipaje intacto y una vida por vivir. Saquearemos las cantinas, beberemos el ron, porque nosotros los valemos y porque nos lo merecemos, porque podemos y porque queremos, y porque habremos sido capaces de manejar las opciones, que se llamarán opciones, y nunca más necesidades. Y con todo, aún nos quedará un segundo para mirar atrás, y saber con una sonrisa que todo fue una tormenta, que el nubarrón se marchó, y que, libres de espinas, ya nunca más seremos nuevos en Tierra Hostil.
3 comentarios:
=]
y con gente como tú no es tan complicado.
Un beso
porque tu lo vales !
porque nosotros lo valemos !
la peña es la peña !
....No me lo puedo creer... yo a ti te conozco de la facultad!! andaaaaa... Me gusta tu blog (yo todavía principiante).
Mary
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