Una semana he tardado en poder redactar este intento de crónica de lo que fue el concierto en Malakosa el sábado 28 de marzo. Y he tardado tanto porque la tecnología no es lo mío, y manejar el movie maker me ha costado sangre, sudor, lágrimas y creo que un pedazo de virus que me va a hacer llevar la CPU a la tienda para que me lo pongan mono.
Pero bueno, vamos a lo que tiene enjundia, o sea, al concierto en sí. Un concierto muy especial para mí porque significó el "hasta luego" que me va a tener calladito y sin fumar virtuosas sustancias hasta el 27 de julio como mínimo.
Las pruebas de sonido no auguraban nada bueno. Era la primera vez que cantaba desde que había visitado al otorrino y, para mi sorpresa, mi voz bailaba más que Patrick Swaize en Dirty dancing, lo cual es muy chungo, porque una cosa es que te quedes ronco, algo que se puede llegar a controlar, porque, aunque pierdes potencial, dominas la entonación, y otra que la voz te baile sin control, momento en el que acercas la boca al micro y, salvo algo bueno, puede pasar cualquier cosa. Lo que iban a ser unas simples pruebas de sonido se convirtieron en la interpretación, canción tras canción, de casi el concierto entero, cosa que ayudó a calentar la voz debidamente y a que el problema se solventara. Para muestra, un video.
Con todo listo y con unas tapitas, más o menos a las doce y media de la noche nos subimos al tablado -esta vez era más grande que en el concierto anterior, gracias a dios- y comenzamos a tocar. Abrimos con Bujías para el dolor, de Enrique Bunbury. Si la voz se me iba a ir y no iba a poder acabar el concierto, al menos íbamos a tocar las que más nos gustaban primero.
Luego llegó Al respirar, de Vetusta Morla.
Y después, una de mis favoritas: Abrazado a la tristeza. No descubro América si digo que Joaquín Seda es un gran guitarra, pero es que esta la borda el muy mamonazo.
Y el primer y único susto. Con Balada del desarraigado mi voz empezó a hacer de las suyas y pensé que el concierto se iba a pique, pero era una noche muy especial y la cosa no podía acabar así. Tras avisar al respetable -muy ruidoso por momentos, muy callado en otras ocasiones- de que el tema era el tema y podíamos cortar en cualquier momento, tocamos Cerca de las vías y la tranquilidad regresó. Desde aquí y hasta el final, recuperé la confianza que había perdido y creo que se acabó convirtiendo en el mejor de todos los conciertos.
Y la prueba de fuego: Copenhague. Salió bien.
Luego, dos últimas canciones antes de hacer un parón: Carretera, tema propio, y Las horas perdidas, de Niños mutantes, canción esta que nos había servido en los conciertos anteriores para abrir pero que esta vez dejamos para cerrar la primera parte. Y la batería de la cámara se acabó, así que se convirtieron en los últimos documentos gráficos del último concert...
Carretera (tema propio en directo; Pub Malakosa)
Luego vino el descanso. Y la "mala suerte" -si se puede considerar que hubo mala suerte, por cómo empezó la cosa y cómo terminó- quiso que lo que en mi opinión fue la mejor parte del concierto no se grabara. Nos sacamos la espina de lo rematadamente mal que tocamos Que no en el anterior concierto haciéndolo mejor esta vez. Y a esta le siguieron Naufragio, Irremediablemente cotidiano (esta quedó especialmente bien, en mi humilde y poco objetiva opinión) y Mira.
Llegó el momento de quedarme solo... y eso sólo quería decir que se acercaba el final. Empecé esta tercera parte tocando Omerta. Luego le llegó el turno a Vidas cruzadas, y especial ilusión me hizo estrenar El día cero del día después, canción que compuse hace un par de semanas escasas.
Y el final. La última vez que me oiría cantar en meses. Con un "Me vais a permitir que me ponga tontito" presenté la última del concierto... que no podía ser otra que Y al final, un vals muy propio para la ocasión.
Pues nada. Esto fue todo. Quiero darle las gracias desde mi humilde y ya poco visitado blog a Joaquín Seda, por su esfuerzo por tocar temas que sé que no le gustan -salvo alguna excepción-; te agradezco, a pesar de tus quejas, cómo haces que quede Irremediablemente cotidiano. Gracias a Isa "Chelichucks", por sus grabaciones y sus fotos y su ayuda y su todo. Gracias a Ana Volarich (no se pierdan a esta niña, por favor; es un auténtico terremoto y un portento de voz), por cuidarme cual mamá cuando me vio apurado y traerme zumito de limón y por haber ido a verme a los concerts. ¡Guapa!
Gracias al señor Alejandro por sus mensajes de apoyo y su seguimiento desde la distancia. Espero ponerle cara pronto a este "amigo" cibernético.
Y gracias, claro, a todo el mundo que fue a uno, a dos o a todos los concerts, que han sido muy especiales para mí.
Besos. Nos escuchamos el 27 de julio.
4 comentarios:
de nada hombre, pa eso estamos; no te preocupes que para el 27 de julio tengo la cámara llenita de batería ;)
CheliChuks
Muchísimas gracias Carlos
Con un poco de tiempo pondré una foto en uno de los comentarios que haga en tu blog.
Esta entrada es para verla con tiempo así que la iré disfrutando poco a poco.
Un abrazo.
foto Alejandro
Espero que funcione.
Búh!
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