lunes, 13 de julio de 2009
Con la punta de los dedos
Tengo sueño cada día y sueño despierto que duermo de un tirón. Permítanme que me presente; no soy nadie. Tengo los brazos cansados de torcer caminos. Bienvenido y bienhallado, todo son sonrisas y clings, y yo enlato los momentos para rumiarlos cuando menos falta hace. Compré un libro de mil páginas que pretendía leer, pero se me olvidó el sillón en el barranco. La luz me molesta, vampírico mequetrefe; todo me molesta en realidad...
Siento ajeno el futuro; las promesas, mero márketing. El dominó está bien guardado en el cajón, no hace falta que lo saque, pero he visto ancianos más jóvenes que yo paseando por la calle. Quizá sea el precio que hay que pagar para volverse callo y decir bien claro: "Soy un hombre".
No sirve de nada que te cambies la nariz en un quirófano, vas a seguir teniendo el trauma enquistado en la basura. No sirve de nada confiar en doce uvas, la voz sigue estando ronca. No sirve de nada empezar de cero, el cero nunca es cero; sólo fue cero el día primero, y ni siquiera entonces porque ya era uno.
No me paro a pensar. Ya no me quedan dedos para contaros, sois demasiados ya, pero no seréis suficientes, porque el sadomasoquismo está a la orden del día y yo compré boletos a mansalva. Coge la chaqueta, viene el frío.
Y dentro de casa está nevando...
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3 comentarios:
...
Kiyo no cantes que después no te terminas de recuperar
luego estarás afónico...
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