
Los que me conocen saben perfectamente que hay dos tipos de personas que gozan de toda mi simpatía: los zumbados y los malhablados. La explicación a mi empatía hacia estos últimos es muy sencilla: yo soy uno de ellos, y no voy a ser tan merluzo como para caerme mal a mí mismo, claro, así que me incluyo en el grupo de los que me caen bien; es decir, por silogismo, me caigo bien a mí mismo, lo cual no quiere decir que me ame a mí mismo en exceso, matiz este que podría derivar hacia el típico-fácil chiste de la masturbación, pero no. En este blog no se habla de onanistas nada más que cuando es estrictamente necesario, así que dejémoslo en que digo muchos tacos y ya está. Joder, cómo sois. Empieza uno hablando de malhablados y lo deriváis todo hacia el sexo; obsesión se llama eso, malditos.
Lo de los segundos -los zumbados-... pues no sé, me hacen gracia. Ahora bien, existe el hecho de estar zumbado y el de estar muy zumbado. Son estos últimos los que tienen el enorme privilegio de encontrar un hueco en mi blog. No entiendo los arranques estos de prepotencia supina que me dan con mi blog, cuando ya no me leen ni como castigo. Pero bueno, dejadme a mí, que yo soy feliz así.
El caso es que hoy vengo con una historia de las que me gustan, una del típico friki pellizcacristales que parece que hace estas cosas nada más que pa que yo me ría un rato, porque si no, no le encuentro explicación. ¿¿¿¿¿Y de dónde es el individuo???? Venga, va, si ya no tiene emoción la cosa. Yanki, sí, ¿de dónde cojones iba a ser si no, si allí beben leche de hurón o yo qué ostias sé, pero están todos zumbaos?
Iowa, domingo, 25 de octubre del 2009. Un señor está encargando comida en un restaurante tranquilamente, cuando de repente entra un joven de 20 añitos de edad, al que vamos a llamar León, ve al señor que encarga tranquilito su comidita y, no sé por qué proceso mental, dice: "¡¡Ostia!! ¡¡Un zombie!!". Se acerca al señor que tranquilito encarga su comidita y le dice: "¡¡¡Maldito zombie!!!" y le pega un puñetazo en la nariz. El señor que tranquilito encargaba su comidita, ahora con la nariz sangrando, saca su móvil para llamar a la policía, y a León parece que eso de ver a un zombie llamando por teléfono tampoco le agrada, porque le pega ooooootro mamporro más en su maltrecha nariz de zombie; aunque esta vez, temeroso de que el esbirro de las fuerzas de ultratumba se rebele contra él y le muerda la yugular arrastrándolo por ende consigo al mundo de las sombras o algo, sale huyendo por una puerta trasera del restaurante donde los zombies van a comer.
León no ha sido indentificado aún, ni, por supuesto, detenido. Sólo se sabe que el agredido, tras ser reconocido por un médico, ha sido declarado vivo viviente, descartando totalmente que se tratara de un zombie. No se sabe qué impulsó a León a agredir de esta manera brutal al pobre hombre. Quizá este tuviera anemia o algo, hecho que pudo producir el equívoco en la lúcida mente de León, pero lo que está claro es que el chaval ha jugado demasiado al Resident Evil. Amigo, necesitas un día en la playa.
1 comentario:
los americanos no tienen 2 dedos de frente no? hay que ver.. cuantas pelis habrá visto ese chiquillo pa creer que aquella persona era un zomby... pero es que.., ¿tan feo era?
los americanos son un misterio
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