jueves, 19 de noviembre de 2009

Arreglá pero informá



Ole que ole. Qué bonito es el deporte. Qué sano y qué de valores inculca. Que se lo digan a Oliver y Benji, chicos un poco desequilibrados con eso de: "El balón es mi amigo, el balón es mi amigo"; hijo mío, tienes que ir a un psicólogo, porque eso de corretear por verdes praderas repitiendo esa frasecita del demonio me recuerda al niño de El resplandor diciendo compulsivamente aquello de: "Redrum, redrum, redrum..." con el cuchillo en la mano. Lo del estilismo en el pelado del chaval ya es caso aparte, pero también hay que comprender que la película se rodó en los ochenta y eso se llevaba así y punto, y no se puede hacer nada para evitarlo ya, porque no sé si el photoshop funciona con imágenes en movimiento. Y tú, Oli, tienes que hacer nuevos amigos, claro, porque oye, que está de puta madre que te caiga muy bien tu balón, ¿eh? Yo ahí no me voy a meter, cada uno tiene sus gustos. Pero de ahí a que sea tu mejor amigo... Que de la amistad al amor hay un paso, y mira que cuando te salga pelusilla en el bigote y las hormonas empiecen a darte cosquillitas ahí en la entrepierna y ya se te oiga decir eso de: "Es como un estornudo pero con gustito" y cosas así, es muy peligroso ese concepto tan amistosillo que tienes del balón, ¿eh? Así que mira a tu alrededor, hijo, que tienes a Patty ahí rondándote con sutileza -y sin sutileza también-, y, oye, que Patty en tanga lo mismo gana, no digo yo que no.

En fin, pero no vengo a hablar de eso. Vengo a hablar del fútbol extrapolado a ámbitos ajenos a este. Es decir: de la obsesión futbolera. Sí señó, una cosa es que, como dice la canción, te guste el fútbol y que los domingos por la tarde sea "la mayó de la afisioneeee..." y bla, bla, y otra que pierdas el sentido del gusto y de la elegancia con eso del escudito.

Hace poco me di cuenta de que puedo sintonizar el canal oficial del Sevilla FC. Mu bien. Periodismo objetivo y de rigor lo llamo yo a eso. El que critica a mi equipo es un hijoputa y narro los partidos como si fuera un esquizofrénico histérico con sobredosis de cocacolas después de una noche sin dormir. Vale, hasta ahí todo normal y correcto. Lo peligroso de este tipo de canales es cuando llegan los anuncios. Jamás he mentado más a la virgen en mi vida. "Ay, la vígen" es la frase que más sale de mi boca cuando llega la publicidad -me encanta, me encanta-. Porque es en esos momentos cuando asisto impertérrito a los alardes más excelsos de elegancia y exquisitez social. Digo. Que quieres impresionar a tus invitados en esa cena que siempre has deseado, como buen anfitrión que llevas en la sangre, ofrecerles para celebrar la amistad que os une de una manera sólo al alcance de las más altas esferas sociales: nada mejor que la cubertería oficial del Sevilla F.C. Pero te lo venden así, ¿en? En plan: "Vas a quedar como los reyes con estos cubiertos, campeón". Y ahí te ponen la mesa elegante, con sus velitas, su riqueza visual, sus florituras, su esto, su lo otro... y los cubiertos ahí con los escuditos. ¡¡¡Ea!!! Que no vea ese anuncio Isabel Preysler que lo peta.

La señora con el chandal del Sevilla y los tacones es FUNDAMENTAL para ser una gran sevillista con glamour. Si dice: "Me encanta tu pograma" y "Ay, Palop, te comía la pollita toa" ya llegamos a unos niveles de excelsa majestuosidad inasimilables para el cerebro humano. Esa señora y ese señor -con su corbata del Sevilla, claro-, arropan cada noche a su hijito con un edredón de su equipo de fútbol. Hombre. Con edredones convencionales a mí, teniendo esos tan estupendos de mi equipo, ese al que veo todas las semanas y con el que expelo, en compañía de mis amigotes, alocuciones tan brillantes como: "Negro cabrón, me cago en tu puta madre" o "Árbitro hijo de puta, cornudo, me he follado a tu mujer".

Pero ahora viene lo bueno. El otro día, unos sevillistas enviaron al canal, henchidos de orgullo todo ellos, unas fotillos de su boda.

Sí, es lo que os teméis, pero peor.

Las fotos eran del convite. Las mesas, en lugar de la numeración habitual, tenían como modo de referencia fotos de futbolistas del Sevilla. O sea, a los Gómez, por poner un ejemplo, en lugar de tocarles la mesa 4, les podía tocar la mesa Luis Fabiano. ¡¡¡¿Quién ha dicho friki?!!! Bueno, esto generaría una serie de importantes problemas, porque yo, por supuesto, ME INDIGNARÍA si, habiendo una mesa Kanouté, me tocara en la mesa Mosquera (esto sólo lo pillarán los entendidos en fútbol; el resto, seguid leyendo, aquí no hay nada que ver).

Pero la bomba vino después. Como fondo tras la mesa de los novios, la principal, la primordial, la protagonista, una gran bandera del Sevilla Fútbol Club adornaba la estancia, apoyada esta sobre una especie de repisa-pladur. Y diréis: ¿Cómo hacían para que la bandera no se cayese? ¿Grapas? ¿Papel celo? Sí, eso habría sido cutre: una bandera del Sevilla en una boda grapada al pladur. Sí, sí. Cutre, sí. Pero para qué cojones se van a poner grapas pudiendo ser más cutre todavía. Por qué no se va a llegar al súmmum del cutrerío, si uno se casa una vez en la vida porque esto es sagrado y no se repite más.

Con litronas de cerveza vacías. Así sujetaban la banderita (o banderaza, porque bien grande era la condenada) al pladur para que sirviera de fondo de mesa. Es de imaginar, con estas decisiones técnicas y estilísticas de la benida boda, que durante la ceremonia no se escuchó el Ave María de Schubert, no. Pusieron un loro a to pasto con Tu calorro ahí toooooo guuuuapo, íiiiiooo.

Ahí está, sí señor. Arreglá pero informá. Y olé.

PD: Sobre los que piden que, una vez muertos, sus cenizas descansen en el estadio de fútbol de su equipo me niego a hablar ya por principios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

eso si es una boda con estilo, con clase con... con... em.. en esa boda porque no se cargaron a los novios?

ay por dios, jamás entenderé lo de los cubiertos y vajilla de un equipo eh..
lo de la ropa de cama.. pues bueno vale, como ponerte unas de yo que se superman,o batman pero los cubiertos... y que eso sea glamuroso.. ande vamos a llegar por dios

aidanone* dijo...

jajajajajajaja
creo que si me hubiesen invitado a esa boda, por principios, no hubiese ido
de todas formas, ya puestos, ¿los invitados iban de pitiminí o de furbolistas?

El especialista escapista dijo...

Qué horterada! Hay que ser cutre.