
Últimamente he encontrado un valioso filón para rellenar las líneas de mi blós, blós que, por cierto, cumplió un año hace poco y no me di ni cuenta. Así que, aunque sea con retraso, cumpleaños feliz a mí mismo. Pero, sin desviarme, continúo con el motivo de la entrada de hoy. Como decía, no sólo de Abraham Mateo vive mi blog, no, que ya sé que abuso de la criaturica, pero qué queréis que os diga; si es que lo veo y me entran ganas de ser condón con voluntad propia, autodirección y capacidad espacio-temporal retroactiva para colocarme debidamente donde se colocan este tipo de cosas, donde debería haber estado colocado el día que este chiquillo fue engendrado. Y no quiero chistes fáciles sobre mi ubicación en pene ajeno, que esto se presta al mismo y no, ¿en? Bueno, va, que me desvío otra vez. Eso, que he encontrado un gran filón para escribir: las rositas de pitiminí. Sí, efectivamente, tiempo ha que no hablaba de ellos, hasta hace unos días, cuando lo de jopetas y todo eso. Y, coño, fue abrir una puerta que ahora no puedo cerrar, fue despertar a la bestia o yo qué sé -o quizá es que no estudio lo que debería y me distraigo demasiado- qué ostias fue, pero el caso es que no puedo parar de pensar y de relacionar todo con las rositas de pitiminí que dominan el mundo. Porque sí, son menos, pero hacen más ruido. Porque el cursi no es cursi y ya está, no. Es fluorescente, si se me permite el simbolismo -que va a ser que sí, porque este es mi blog-. Hay un bar lleno de tipos más brutos que las alpargatas del Algarrobo, entra un cursi y llama la atención.
Pues bien, ayer, debido a una conversación sobre croissants -¿veis? Yo acabo de ser cursi ahora mismo, porque se puede decir cruasán y no pasa nada, que está aceptado por la Real Academia; aunque, claro, también está aceptado almóndiga (la gente no suele creerme con esto; miradlo vosotros mismos en la página de la rae, porque es verdad) y no por eso voy a decir: "Ayyy, mama, trae la almóndiga paquí pacá"-; ayer, decía, me vino a la cabeza un aspecto más que hace detestables y abominables a los/las rositas de pitiminí.
Situémonos. Todos hemos ido alguna vez a una cafetería-pastelería a tomar un cafelito y un dulce, sí. A todos, porque eso no es algo que decides tú, no es un acto voluntario, ocurre y ya está, qué le vamos a hacer... A todos, insisto, nos han puesto el pastel de queso (mira que está bueno el condenado pastel de queso, pero qué pijo lo veo, dios) con un tenedor y un cuchillo. O el cruasán. O la cuña de chocolate (mmmm, chocolate) o lo que sea. Pero ¡¡¡ojo!!! Es en este momento cuando decimos: "¡Coño! ¡Si la voluntad propia servía para algo! ¡Si la televesión no me la ha quitado toda!" Es aquí donde demostramos ser HOMBRES (entiéndase por hombres la globalización hombre-mujer; lo siento, pero no tengo yo la culpa del sexismo del lenguaje). Porque el uso voluntario de estos utensilios extrapolado al cruasán es -o debería ser- UN ACTO DELICTIVO CASTIGADO POR LA LEY. Sí, señor. Dicho pronto y mal: comer un cruasán con tenedor y cuchillo es DE-MA-RI-CO-NA. Y me da igual que la cafetería sea sofisticada y elegante, que cuando te llegue la cuenta sientas que te han perforado el estómago con un agujero y que se te escapa la vida por él de la clavá que te han metío, que el camarero y la camarera lleven pajarita -otro día hablaré sobre las pajaritas, sí-... ME DA IGUAL. El cruasán, rositas de pitiminí, SE COME A PELLIZQUITOS. No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza de estar ahí, con su platito de porcelana y su tenedorcito y su cuchillito -que además, maldito insensato, ese cuchillo es PARA UNTAR MANTECA; yo creo que es obvio, vamos- cortando su cruasancito exquisito y elegante. A picar piedra te llevaba yo, so cursi, que eres más cursi que Corín Tellado viendo La casa de la pradera.
Bueno, va, que me estoy enfadando y tengo mucho que estudiar. Además, echan en la tele Siete en el paraíso y ¡ayyysss! ¡¡¡no me la pierdo, no me la pierdo!!!
N. de la R: Sí, esto último de Siete en el paraíso era una broma para hacerme el cursi, pero admito que, por asquerosa e inmunda que sea la serie, algún capítulo he visto porque Jessica Biel está MUY BUENA.
7 comentarios:
lo peor no es comerse el bollo (del tipo que sea) con cuchillo o tenedor... no, lo peor es beberse la cerveza con pajita , y no del vaso sino directamente desde la botella,que los he visto.
la cerveza, la coca-cola... ay por dios, donde vamos a llegar!!!!
¿A pellizquitos? MA-RI-CO-NA A bocaos, coño
yo como cómo chuck norris.... lo desintegro a ostias y luego lo pasamos por la parrilla... nosea que quede vivo....
es como comer tortilla con cuchillo y tenedor... ¡pierde sabor!
SARA: acabo de caer; yo también he visto a gente beberse cerveza con pajita: las coronitas. ¿Se puede ser más miserable? Dios le da cerveza a quien no tiene gusto y estilo para beber cerveza.
PADRINO: una cosa es no ser cursi y otra revolverte en la mierda. Un poco de estilo, coño, que somos filólogos.
TABO: Chuck Norris no come cruasanes, eso es para gays. Chuck Norris desayuna nueces con cáscara; y una vez se afeitó con el cortauñas. Ya no volvió a hacerlo, no porque le doliera, sino porque se ve más guapo con barba.
AIDANONE: veo que eres del grupo de Tytyvillus. Tortilla de patatas a bocaos. Toma ya. Eso es glamour y lo demás son tonterías. Con cebolla. SIEMPRE con cebolla.
se le perdona a Vd. la vida sólo porque ha nombrado a una diosa reciente contemporánea... Y estoy de acuerdo con Tytyvillus. El cruasán se come a bocaos con las manos, el resto son mariconadas.
La cebolla que no falte en la tortilla ;)
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