miércoles, 17 de noviembre de 2010

Más vale un nabo en mano...

Ni el concreto "Que te pego leche, que te pego" de Ruiz-Mateos ni el popular y genérico "Dejadme, que le jostio" lograrán jamás superar el caso de agresión que traigo hoy a este, mi amado blog. Porque, señores, señoras, hay agresiones y agresiones. Quien dijo que la estética no importa, que lo fundamental es la intención, estaba equivocado. Porque no es lo mismo pegar a secas que pegar con un nabo de goma. Nononononononononono.

Chicago, año 2010, casi 2011 ya. Una señora es conocida en su localidad por no pagar las consumiciones en los bares. Vale. Tenemos bar y tenemos borracha morosa; la historia ya de por sí me tenéis que admitir que promete. Pero falta el ingrediente fundamental, el que le da chispa a la historia al margen del verdadero protagonista de la misma -y no estoy hablando de otro que, sí, amiguitos, del nabo de goma-: el policía. Esta historia sin un policía de por medio no sería lo mismo. Porque no, porque si yo os contara que la borracha morosa llamada Carolee Tearreoconelnabo -¡¡¿Quién ha dicho eso?!! Carolee Bildsten, Carolee Bildsten, por favor- le ha arreado a un transeúnte o a un barrendero, la cosa ya no sería lo mismo, ¿a que no? Ahora, imaginarse a la tiparraca esta -ahora le veréis la cara y lo vais a flipar- zumbando con un nabo de goma a un gendarme tiene su chicha, coño. Porque sólo por el hecho de tener esa cara, de haberle arreado no con un palo del jardín o con el paraguas, no, sino CON UN NABO DE GOMA, y de que el receptor o receptáculo de dicha somanta de golpes haya sido un pulisía, ha merecido la pena que esta señora se haya ido sin pagar de los bares que le haya dado la santa gana. ¡Y ole su cosa oscura entre las piernas!, porque historias como esta no se ven todos los días ni yo puedo tener el placer de contárosla, amados lectores que os contáis por decenas de millar.

El caso es que un policía, informado de la morosidad de la mujer del consolador macarra, se dedica a buscarla por la localidad, hasta que la ve... ¿dónde? ¿En el bingo? NoooooooOOOoooo. ¿En un bar? NoooooOOOOooooo. ¿En misa? Que no. Tirada en un jardín, ahí, espatarrangada toda ella. La mujer, conminada por el agente a que pague sus deudas, indica amablemente al señor gendarme que la acompañe a su casa con el fin de entregarle, en efectivo y en metálico, la suma total que adeuda en litros de alcohol -y sin ser Ramoncín-.

Y aquí viene lo bueno. Carolee entra en su habitación y, a los pocos minutos, sale dando gritos como una berraca y golpeando al pobre agente que nunca confisca marihuana para fumársela con un nabo de goma que vibra cuando le pones pilas. Lo bueno es lo angelical del policía, que define el objeto en cuestión como "dispositivo claro y rígido para dar placer femenino". Oish. Es que ha estudiado en Cambridge la criatura. Este es de los que dicen "hacer el amor".

Bueno, lógicamente, Carolee ha sido detenida por agresión con nabo de goma y ahora vete tú a saber la que le cae a la condenada. Pero, por favor, un momento de atención para la cara de la mujer, que no tiene desperdicio. Es que yo, me vais a perdonar, pero me la encuentro por la calle y pienso: "¿A que me arrea con un nabo?". Porque tiene TODA LA CARA del que mató a Paquirri, oiga. El policía, si hubiese estado un poco más avispao, seguro que podría haber evitado la agresión, o, por lo menos, estar en guardia. Es que no los preparan bien, no los preparan bien...


"¡¡Que te pego con el nabo!!"

1 comentario:

El especialista escapista dijo...

¿Pero de dónde sacas estas historias? Entre la agresora del nabo y la niña de Vancouver...

Un abrazo. Genial leerte de nuevo ;)