El señor de las chuletas

Hay noticias que te aplastan, que te hunden la moral, que te dejan KO y sin ganas de seguir adelante, que te impulsan a echarte en la cama y no levantarte hasta el día siguiente. Hay noticias que te hacen arrepentirte de haber abierto el periódico -o la página de internés-, que te llevan a mirar al techo -porque no es transparente, que si no mirarías al cielo-, y gritar: "¡¡¡¡¿Por qué, por qué, por qué, por qué, por qué, por qué???!!!!" -quizá un par de por qués menos habría sido más apropiado, pero es que quiero otorgar a mi discurso del dramatismo que, sin duda, merece-. "¡¡¡Los maldigo!!!! ¡¡¡Dios los maldiga en el infierno!!!!" -y decir esto sin haber visto a la Estatua de la Libertad semienterrada en la arena de una playa es MUY chungo, significa que estás very, very enfadado y/o decepcionado, no hace falta que Charlton Heston venga a deciróslo, creedme, insensatos.

Pues bien, hoy me he levantado con una sorpresa inesperada que ha llenado mi alma de hastío y ha ensombrecido mi ser -como le ocurrió a Legolas cuando sintió que venían los orcos esos grandotes corriendo a lo Ben Johnson y que a la postre resultaron ser unos inútiles porque se los cargaban como a la mantequilla-.

He leído una noticia que me ha destrozado. Sólo leer el titular se me ha caído el mundo al suelo. La Universidad de Sevilla reconoce a sus alumnos el "derecho a copiar" en los exámenes.

Claro, uno, que ha sido alumno y que ha pasado por tanto desasosiego y estrés para poder copiar decentemente, nada más leer este titular tiene una única reacción. Gritar: "¡¡¡¿AHORA, CABRONES?!!!". O sea, siete años -sí, he dicho siete, qué queréis, eso de ser buen estudiante me daba un poco de urticaria- pagando matrícula, yendo a clase RELIGIOSAMENTE -llámale clase, llámale cafetería, el caso es que iba AL EDIFICIO-, haciendo como que estudiaba -pensadlo bien, a veces hacer como que estudias es más duro que estudiar-, y, sobre todo y ante todo, ingeniándomelas para copiar debidamente en los exámenes sin que me pillaran, para que ahora, años después, una vez que sólo queda el espíritu de mí -o mi espíritu, para ser más correctos gramaticalmente hablando- vagando por los pasillos que tanto adoraba y que tanta horas de entretenimiento me otorgaron, me salgan con esto. HIJOS DE LA GRAN PUTA, esto no se hace. Una cosa es que yo naciera y creciera sin Lara Croft y que los niños de ahora disfruten de ella, y que yo, por ende, tenga esa sensación de "Dios, lo que me he perdido", y otra es esta aberración, este golpe bajo, esta traición del destino y del momento histórico en el que uno vive. Maldito comité del demonio que ha decidido tomar esta medida JUSTO AHORA, os maldigo, ojalá os llenéis de deudas pequeñas y los pelos del sobaco -o de los dos sobacos, que tendréis dos, claro- se os vuelvan serpientes. Así se os llenen los dedos de padrastros -y no hablo de hombres que se casen con vuestras madres, sino de esos pellejitos que tanto joden, por si hay alguna confusión-, y las uñas de mierdecilla.

Luego he estado reflexionando y me he calmado un poco. Porque resulta que, si un alumno es pillado copiando, el examen no se le retirará, sino que se le dejará acabar y, posteriormente, se formará un comité integrado por profesores y alumnos -los más pelotas, supongo- que decidirá si el pillado realmente copiaba o ha sido una gilipollez del profesor. Y claro, pensando, pensando, he llegado a la conclusión de que hay que ver la de dinero que me habría gastado en jamones de pata negra para eludir la criba de la deliberación del comité formado exclusivamente por mí -Dios, qué importante me habría sentido-, porque dudo que en un caso de los míos hubieran necesitado demasiado tiempo de deliberación debido a la nitidez del mismo. Así que... al fin y al cabo habría tendio que disimular igual para que no me pillaran.

Muy bien, ya se me ha pasado el cabreo. Pero vosotros, que aún estáis a tiempo... copiad, insensatos -que diría Gandalf-.