jueves, 4 de febrero de 2010

Desenmascarando hipocresía



Hoy vengo con dos cosas que me tienen indignado, dos cosas que me hacen pillarme uno de esos cabreos que me pillo yo solo y que luego con el rato se me pasan y digo: "Hay que ver, qué disgusto me he llevao", pero nada, se quedan sólo en eso, en un disgusto que lo máximo que produce es que escriba en mi querido blog que todos, lo sé, adoráis -cuando digo todos me refiero a vosotros dos y a ti que has entrado aquí por casualidad y que no sabes ni qué puñetas es esto; bienvenido, pues (no te vayas, porfavorporfavorporfavorporfiporfi).

La primera de las dos cosas que hoy me indignan es... uf, no sé cómo definirla. A ver, digamos que es el destrustor -que habría dicho "lamasgrande"- número uno de autoestimas humanas. Da igual que ese día te sientas el más guapo del mundo, que te mires al espejo y te digas: "Eres el terror de las nenas" -el terror en sentido positivo, claro, porque si no, ni autoestima ni puñetas-, que sea el típico momento en que piensas: "Si me pudiera desdoblar, me autocopulaba", o el más fino: "Me gustaría llegarme a la mejilla para darme un besito". Da igual que creas que te pueden poner la raíz cuadrada más larga del mundo que ese día la resuelves en 0'2. Da igual, da igual. Llega un abrefácil de los cojones y te arruina la fiesta. Hijos de la gran puta. Ayer me ocurrió con uno de una pizza congelada -sí, como sano-. No es que ayer yo pensara de mí mismo una de estas cosas que he mencionado, pero bueno, digamos que me caía bien, y llegó el puto abrefácil este y me hizo sentirme el tío más estúpido del mundo. Porque, a ver. El proceso es el siguiente. Tú coges el plastiquito con tus bellos deditos, y empiezas a empujar en la dirección que te dice la flecha -a los tres segundos la flecha ya te cae como el culo-. Y nada. Aquello no tira ni parriba ni pabajo. El momento crítico es cuando sacas la lengua. Si sacas la lengua estás empezando un poco a asumir tu derrota. Pero bueno, como nadie te ve... nadie tiene que enterarse -¡¡¡Mi lengua es mía y hago con ella lo que quiero!!!-. Te paras. Piensas: "Voy a abrirlo con las tijeras", pero entonces vuelves a ver ahí escrito, con letra roja: "Abrefácil". Y dices: "Sí, ¿no? De mí te vas a reír, que tengo más cojones que el caballo del espartero -o eso piensas tú, claro-". Y ala, lengua pafuera otra vez y ahora lo intentas, pero mosqueao de verdad. Como diciendo: "Antes pensabas que estaba mosqueao, pero no, sólo estaba molesto; ahora sí que estoy mosqueao así en plan puedo abrir un abrefácil y lo que se me ponga por delante". Y a todo esto, miras la tijera que descansa placentera a tu lado, y te mira con cara de "déjalo ya, hombre", y te dice: "SABES que vas a acabar necesitándome", y a ti te da más coraje todavía, porque puta tijera del demonio, qué se ha creído ella. Y entonces lo ves. Lo ves claramente. La tijera y el abrefácil son amigos y se han aliado para hundirte en la miseria, y puede que la pizza también esté metida en el ajo, porque ahí está ella, dentro del plastiquito, riéndose a lo Cruella de Vil: "JAJAJAJAJAJAJA, siempre verás mi quesito en laminitas congeladas, y no en esa masa espesita que tanto te gusta, obsceno". Al final, por supuesto, te rindes, coges la tijera, la jincas en el plástico como si estuvieras asesinando al que inventó el abrefácil, sujetas la pizza, la miras unos segundos antes de meterla en el horno, le dices: "¿Ahora quién se ríe, ESTÚPIDA? -el estúpida lo vocalizas mucho, hasta incluso escupes un poquito al pronunciar la "t"-, y la introduces para comértela luego. Pero ya no es lo mismo. Ya tienes el orgullo herido. Ya no estás como cuando te levantaste esa mañana. Malditos abrefáciles del demonio...

La segunda cosa que me tiene indignado son los párpados. Sí, porque hoy me he dado cuenta de lo finos que son. A ver, yo estoy con los ojos cerrados, le doy al botoncito del despertador, se enciende la luz de este, y yo LA NOTO Y LA VEO con los ojos cerrados. Pero bueno, ¿esto qué es? ¿Entonces para qué coño quiero yo los párpados, si los cierro y sigo viendo la luz? Ahora me dirán: "Es que tienen una función limpiadora, porque el sistema lacrimal bla bla bla bla". Ea, pues pa eso que me hubieran puesto un limpiaparabrisas, pero yo cierro los párpados y quiero ver OSCURIDAD ABSOLUTA. Pero no, si tengo la persiana subida hasta arriba y quiero dormir, ¿de qué me sirven los párpados? DE NADA. Además, si los hubieran hecho bien hechos y como es debido, podríamos haber hecho magia con nuestros ojos: "Ahora es de día, ahora es de noche; de día, de noche, de día, de noche, día, noche, día, noche...". MAGIA PURA, y nos habríamos ahorrado figuras tan lamentables como David Copperfield o Anthony Blake. Que por cierto a este último no puedo ni verlo, así que ya escribiré un día en mi blog sobre él, que se lo ha ganao.

Bueno, y no me enrollo más. Ya lo sabéis, amigos: cuidaíto con los abrefácil y con los párpados, que van de amiguitos, de "Ay, ay, úsame, úsame", y luego son unos traidores y unos miserables.

2 comentarios:

Lucia Marcotegui dijo...

Aqui la tercera que pasaba "por casualidad".

Los abrefaciles...que gran estafa.Desde los de la pizza hasta los de las lonchas de jamon serrano,pasando por los paquetes de queso rallado y ,sobre todo,los botes. Es que NUNCA consigo abrir el bote d ela mermelada.
Y no hablemos del abrefacil de los brick de leche. Abrefacil los coj****.Era mas facil antes que solo habia que cortar con las tijeras.Ahora tienes que conseguir(el que lo logre) girar un tapon que ha cerrado hulk en la fabrica y que han pegado ademas con superglue al brick, "para su mejor conservacion".Si es que...

Y despues de tu segunda reflexion he de decir que lo he visto claro:los parpados son un invento del mismo que creo las persianas para hacerlas necesarias y forrarse a nuestra contra.
Algun dia la evolucion hara que se engrosen nuetsros parpados y las persianas desapareceran devolviendole asi el golpe,ya veras...

En fin,para pasar por casualidad he dejado un largo testamento reflexivo.Amenazo con volver,es lo que tiene hacer entradas tan entretenidas.

un saludo.

Carlos dijo...

Muchísimas gracias, Lucy in the sky (with diamonds). Un placer recibirte, espero que no te acabes asustando de lo cafre que puedo llegar a ser. Siempre recuerda: si digo algo más bestia de la cuenta, será que estoy borracho. O que alguien me obligó a decirlo.