lunes, 10 de enero de 2011

El guarrete que todos llevamos dentro



La vida me ha enseñado que hay dos máximas que siempre se cumplen en el ser humano que tiene internet. Y son: todos vemos porno y todos mandamos correos guarros. Sí, amigos, somos así: guarretes y salidos por naturaleza. Nos gusta negarlo, por supuesto, sobre todo cuando estamos ante una dama perfumada y de sonrisa bonita, pero en el fondo sabemos que somos guarretes. Atrás quedaron aquellos años en los que temíamos volvernos chinos de tanto intentar ver tetas rayadas por el adorable canal +, que siempre nos emocionaba con ese retardo intencionado que tenían en codificar la emisión, y nos hacía pensar: "¡Hostia, que el que pinta las rayas se ha olvidao!" Y no se olvidaba, no se olvidaba el muy cerdo responsable: SIEMPRE las metía. Entonces todos maldecíamos el mundo de la empresa privada, y deséabamos que al puesto ese de meter rayas en la tele se accediese por concurso-oposición, convirtiendo al individuo delegado en funcionario público, porque todos sabemos lo que pasa con los funcionarios públicos, que huelen cafelito y ya pierden el norte. Y este concepto hostil para con los funcionarios lo seguiremos teniendo, asúmamoslo, por muchos controladores aéreos que se empeñen en robarles protagonismo.

Pero bueno, que me desvío. Hablaba de lo guarretes que somos. Pues, amigos, cuidadín, que ser guarrete ahora resulta que puede ser peligroso. Y es que un juez alemán -dícese de un juez que vive y ejerce en Alemania- ha reconocido como accidente laboral recibir un correo electrónico en el trabajo. Así dicho suena a chino, lo sé, pero tranquilitos, que voy a explicarlo.

Resulta que había un trabajador alemán, para ser más concreto un comisario de policía -a los que se les presupone masculinidad, entereza y valentía sumas, pero se ve que no-, que recibió un email guarrete de... ¡¡¡su jefe!!!! en el que se veía un tete algo perjudicado por algún tipo de enfermedad que causó graves daños psicológicos al comisario en cuestión. Es decir, era una foto con trampa. Al parecer tú la abrías y decías: "¡¡Cojonudo!! ¡¡Mi jefe me ha mandado una foto de un pepino de tía en bolas!! ¡¡Qué jefe más supermolón, divertido, moderno y enrollado que tengo!!", y no; porque luego cuando le ibas dando para abajo con la flechita te encontrabas aquello allí todo lleno de costras y pus y sabe Dios qué más. El caso es que esto traumatizó muchísimo al comisario, hasta tal punto que ha tenido problemas sexuales con su esposa que le han llevado al divorcio. Eso es, coño. Una esposa que te apoya. O sea, que tu marido se traumatiza por la foto de un tete enfermo y tú no estás ahí para apoyarle y te divorcias. ¡Máquina sexual!

Bueno, pues eso. Que al final el comisario decidió denunciar -los hechos ocurrieron en 2005 y sabemos que la justicia es MUY rápida-, y finalmente, en el 2010, consiguió indemnización. Así que ya sabéis, amigos. Apoyo y os animo a que me mandéis fotos de tetes y tetas, pero -¡¡¡ojo!!!!- sanos, ¿eh? Que yo denuncio, denuncio.

1 comentario:

El especialista escapista dijo...

-Joder, lo tuyo parece El mundo today XD

Muy buena entrada, y buenas canciones, y... feliz año.

Un abrazo Carlos