sábado, 31 de diciembre de 2011

El avispao de Ávila

Hoy vengo con una historia de esas que a mí me gustan. Una historia de huevones. Amigos, el intelecto humano da para mucho, a veces en positivo y a veces en negativo, y esta es una de esas ocasiones en las que entiendo el porqué de Alfredo Landa, de Marianico el Corto y podría decirse que de Tele cinco en general. ¿Por qué vivimos en un país como este? Pues porque existe gente como esta, así de simple. Es decir, podría interpretarse a priori que un atraco a una gasolinera por parte de un individuo enmascarado armado con un afilado cuchillo es un hecho, si no trágico, pseudo trágico, al existir la posibilidad factual de no producirse víctimas durante el mismo. Pero claro, esto sería así si pasara en... en Alemania, por ejemplo. Individuen atraquen gasolineren con cuchillen... ¡Hostia, qué putada! O en Francia. Le petit individú atraqué le petit gasolineré con petit cuchillé... ¡Hostia, qué putada! O en China. Mmmmmmmm... Mmmmmmm... Mmmmmmmmmmmmm... ............. ........ ¡Hostia, qué putada!

Pero no, ha pasado en España. Y ahí las cosas cambian. Porque entra en escena, como digo, el hecho de que llevamos a Marianico el Corto en vena y eso se acaba pagando incluso en los atracos con arma blanca a gasolineras cualesquiera.

Sí, amigos. Nuestro protagonista de hoy se llama Óscar, y eso ya de por sí no presagia nada bueno. Porque este no es un Óscar de Ferrero Rocher y cocodrilito en el pecho, no -que eso tampoco sería nada bueno-; este es un Óscar de "Óscar, miarma", o "Osquítar, criatura". De los de los huevos gordos, vamos. De los que me gustan a mí (me gustan de huevos gordos por huevones, no por magnitud en lo que viene siendo su apartado genital, no nos confundamos).

Resulta que Osquítar andaba apurado económicamente y decidió robar en una gasolinera. Tenemos banco, tenemos panadería... Vale, gasolinera está bien; digamos que es el punto intermedio entre el gran golpe y ser el más cutre del planeta. Pero existe una cosa que se llama registro idiomático, y Osquítar decidió que iba a adaptar el cutrismo al equilibrio del lugar seleccionado. Y sí, queridos lectores, adaptó, adaptó: convirtió la gasolinera en panadería, el cuchillo en cortauñas y los zapatos de piel en playeras.

Primer error: selección de lugar. No se va a atracar la gasolinera del pueblo de al lado, no. Al pedazo de cenutrio no se le ocurre otra cosa que atracar la gasolinera de su barrio. ¡Bravo, Óscar! Tienes menos luces que un barco pirata. ¿La solución? ¡Me pongo una máscara! Bueno, vale, de acuerdo. No eres Einstein, pero al menos no has ido a pelo. Así que digamos que, dado lo rústico de tu decisión, al menos has cogido una tirita.

Pos no.

Al lumbreras de Osquítar no se le ocurre otra cosa que ir a atracar la gasolinera con su perro. Tendría que mear la criatura y nuestro hombre pensó: "Pos mato dos pájaros de un tiro". Pero claro, si resulta que el barrio entero conoce a tu perro por lo pequeñito, gracioso, mono y saltarín que es, pues eso ya te convierte en un pedazo de huevón de categoría. Porque tú ponte veinte máscaras si quieres, cambia la voz como se te ocurra, pero si tu puñetero perrito te va siguiendo dando saltitos y moviendo la colita... estás jodido, Óscar.

Bueno, pues nada, que a Osquítar obviamente lo han pillado, al michi (sí, ya sé que así se les llama a los gatos, no a los perros, pero este es mi blog y punto) no sé qué le han hecho, y que los de la gasolinera no sé qué han dicho (esto es poder de información y lo demás son tonterías), pero seguro que se están descojonando ahora mismo.

Para terminar, un dato: he vuelto, y a partir de ahora puede ocurrir cualquier cosa (o no).


Óscar, vistiéndose para ir a atracar la gaso-
linera

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